¿Quién te invitó a mi vida? ¿Quién te dio la llave de mi casa? ¿Quién te dio permiso para opinar sobre mis asuntos?
Ojalá nunca hubieras aparecido en mi puerta esa tarde. ¿Por qué me tendiste tu mano? ¿Acaso tuviste todo planeado desde un principio?
Recuerdo estar malherida, sin apenas aliento. Recuerdo tus vendajes y cuidados cuando ni tan siquiera tenía voluntad para decidir qué quería. Recuerdo tus palabras de consuelo y ánimo que parecían sinceras.
Lo que nunca entenderé será el cambio que hubo en ti. La manera en que te tornaste hostil y oscuro, la distancia que pusiste por medio y, finalmente, el látigo que sacaste para herirme allí donde había ya cicatriz.
Y yo, de nuevo sin rumbo, sin voluntad, con la herida abierta y el desconsuelo del llanto. Sin más deseo que el descanso y la paz.
Ojalá nunca hubieras aparecido en mi puerta esa tarde. ¿Por qué me tendiste tu mano? ¿Acaso tuviste todo planeado desde un principio?
Recuerdo estar malherida, sin apenas aliento. Recuerdo tus vendajes y cuidados cuando ni tan siquiera tenía voluntad para decidir qué quería. Recuerdo tus palabras de consuelo y ánimo que parecían sinceras.
Lo que nunca entenderé será el cambio que hubo en ti. La manera en que te tornaste hostil y oscuro, la distancia que pusiste por medio y, finalmente, el látigo que sacaste para herirme allí donde había ya cicatriz.
Y yo, de nuevo sin rumbo, sin voluntad, con la herida abierta y el desconsuelo del llanto. Sin más deseo que el descanso y la paz.

