Mírame. Repara en este cuerpo que tantas veces desdeñaste. Ríndete al deseo que ahora te consume. Querrías cogerme como tantas otras veces hiciste; porque yo quería, siempre quise.
Mírame. Ahora recuerdas la pasión acelerada con que me tomabas y yo te correspondía. Una revolución de caricias, una explosión de jadeos. La violencia de los movimientos quedaba clara al oirse nuestras respiraciones precipitadas.
Mírame. Soy la misma persona, y sin embargo, soy distinta. Renazco ahora como una flor en primavera, me reinvento, me dejo llevar, aunque no dejo de sufrir.
Mírame. Ahora recuerdas aquel jarrón en el salón al que no prestabas atención por cotidiano. Ahora recuerdas que te gustaba, ahora recuerdas para qué servía. Ahora ya se rompió y es demasiado tarde para unir los pedazos.
Mírame. Pero ya se pasó el tiempo de hacer nada más. El tren pasó mil veces por tu estación pero no quisiste cogerlo. Ahora cambió el recorrido por falta de viajeros.
Y si un día mirándome, recuerdas cómo follábamos los dos, cómo el hambre de uno por el otro hacía que nos estorbáramos, cómo la compenetración se transformaba en placer, cómo me excitaba verte disfrutar y a ti verme disfrutar a mí, una vez, y otra más, y otra, y otra... Recuerda también que ya no estoy. Analiza tu dolor y pregúntate por el mío.
Yo me miro, y veo a una mujer dispuesta a cambiar su vida, a disfrutar, a mejorar. Porque esto no es odio ni es vengaza, es simplemente la autoafirmación de la que una vez estuvo supeditada.
Cuenta nueva...
Mírame. Ahora recuerdas la pasión acelerada con que me tomabas y yo te correspondía. Una revolución de caricias, una explosión de jadeos. La violencia de los movimientos quedaba clara al oirse nuestras respiraciones precipitadas.
Mírame. Soy la misma persona, y sin embargo, soy distinta. Renazco ahora como una flor en primavera, me reinvento, me dejo llevar, aunque no dejo de sufrir.
Mírame. Ahora recuerdas aquel jarrón en el salón al que no prestabas atención por cotidiano. Ahora recuerdas que te gustaba, ahora recuerdas para qué servía. Ahora ya se rompió y es demasiado tarde para unir los pedazos.
Mírame. Pero ya se pasó el tiempo de hacer nada más. El tren pasó mil veces por tu estación pero no quisiste cogerlo. Ahora cambió el recorrido por falta de viajeros.
Y si un día mirándome, recuerdas cómo follábamos los dos, cómo el hambre de uno por el otro hacía que nos estorbáramos, cómo la compenetración se transformaba en placer, cómo me excitaba verte disfrutar y a ti verme disfrutar a mí, una vez, y otra más, y otra, y otra... Recuerda también que ya no estoy. Analiza tu dolor y pregúntate por el mío.
Yo me miro, y veo a una mujer dispuesta a cambiar su vida, a disfrutar, a mejorar. Porque esto no es odio ni es vengaza, es simplemente la autoafirmación de la que una vez estuvo supeditada.
Cuenta nueva...


No hay comentarios:
Publicar un comentario