miércoles, 18 de agosto de 2010

El pozo

Se despertó sobresaltada, todo estaba oscuro, ella empapada en sudor frío. No quería estar sola. A los pocos segundos ya estaba más calmada y era dueña de sus pensamientos. Extendió la mano: ahí estaba él, a su lado, a pocos centímetros. Notó su respiración acompasada, dormía. Se acercó más a él para notar su cuerpo y se acurrucó. Sonrió y volvió a cerrar los ojos.

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