viernes, 11 de diciembre de 2009

Un tequila

La vi pasar ante mí, como una muñeca de grandes ojos, tan frágil. Su mirada contradecía su cuerpo, llena de dureza, desafiante ante lo que encontrara al paso. Supe que su naturaleza era indómita, y eso hizo que desease aún más que fuera mía. Su cuerpo estrecho y menudo me hacía parecer un gorila desgarbado a su lado. Aquello me recordó a King Kong protegiendo a la chica, e imaginé cómo podría ser el rodearla con mis brazos y sentir su corazón latiendo junto al mío.

Se acercó a mí, y su voz me sacó de mi ensimismamiento pasajero:

— ¿Qué te pongo?
— Un tequila, por favor.
—Chupito, ¿verdad?

Asentí con la cabeza sin poder hacer nada más, y la miré mientras se daba la vuelta y se alejaba tras la barra con un leve contoneo de caderas. Mientras me hablaba noté cómo sus ojos se endulzaban, cambiando por completo la expresión de su rostro. Objetivamente, no había mucho reseñable, probablemente habría docenas como ella. La menudez de su cuerpo bien contorneado hacía que todas las miradas acabaran en él, pero su cara seria y sus ojos desafiantes imprimían carácter al conjunto, de forma que nadie, de nuevas, osaba decirle nada, conformándose con admirarla y, seguramente, llevarse consigo fantasías como las que en ese momento me pasaban a mí por la cabeza. Me estremecí sólo de pensar que aquella gentuza que ahora me rodeaba pudiera desearla, pues sin duda no la podían ver como yo la estaba viendo: en su esencia, más allá de lo que mostraba.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Prisionera

Déjame que salga hoy a perderme entre la bruma. Pero no cierres la puerta, enseguida vuelvo. Sólo quiero que mis pies toquen la hierba fresca empapada de rocío. Quiero sentirme viva, quiero respirar el aire limpio y luego volver junto a ti.

No tengas miedo, no vas a perderme. Sólo jugaré un rato y después vendré... a seguir siendo tu prisionera.

sábado, 28 de noviembre de 2009

Iluminado

El cristal de la ventana me devuelve un reflejo semidesfigurado de mi cara ya que la negrura se apodera de la calle. Está lloviendo a mares, una lluvia helada que hace que en la calle no haya un alma. Abajo, un paraguas rojo reclama mi atención. Apenas lo distingo por la cortina de agua que nos separa. Por algún extraño motivo, en ese momento, su dueño se para y mira en mi dirección. Un relámpago ilumina el cielo. En un segundo veo su cara y sus ojos, en una mueca de horror. Mierda, he sido descubierto, está claro que ha podido distinguir el cuchillo ensangrentado en mi mano y, si es así, bien podría identificarme.

viernes, 20 de noviembre de 2009

Final

—Sal de la cama.
—¿Por qué?, ¿porque tú lo digas?
—Porque es MI cama y MI casa, y te tienes que ir.

viernes, 6 de noviembre de 2009

Reminiscencias

¿Oyes a lo lejos el rumor del oleaje? Es nuestra canción, la misma que siseaba el viento cuando nos conocimos. El mar nos la recuerda por si se nos había olvidado.

¿Te acuerdas cuando paseábamos por aquellos campos de amapolas? Ese rojo intenso es el mismo que tiñe tu sangre y la mía, y que empapa el corazón, sólo que procede de otro sitio.

Cada vez que la nieve cuaja en las calles recuerdo tu piel, tu cuerpo junto a mí entre las blancas sábanas de aquella cama que deshacíamos entre caricias.

Si miro al cielo de noche, dejo de ver el oscuro infinito para reconocer el brillo de tus ojos en alguna estrella.

Y el olor a tierra mojada de lluvia me trae el recuerdo de la suavidad de tu pelo.

Claro que me duele alejarme de ti, pero en realidad estás siempre conmigo. ¿Lo ves?

jueves, 29 de octubre de 2009

Desdeño

¿Quién te invitó a mi vida? ¿Quién te dio la llave de mi casa? ¿Quién te dio permiso para opinar sobre mis asuntos?

Ojalá nunca hubieras aparecido en mi puerta esa tarde. ¿Por qué me tendiste tu mano? ¿Acaso tuviste todo planeado desde un principio?

Recuerdo estar malherida, sin apenas aliento. Recuerdo tus vendajes y cuidados cuando ni tan siquiera tenía voluntad para decidir qué quería. Recuerdo tus palabras de consuelo y ánimo que parecían sinceras.

Lo que nunca entenderé será el cambio que hubo en ti. La manera en que te tornaste hostil y oscuro, la distancia que pusiste por medio y, finalmente, el látigo que sacaste para herirme allí donde había ya cicatriz.

Y yo, de nuevo sin rumbo, sin voluntad, con la herida abierta y el desconsuelo del llanto. Sin más deseo que el descanso y la paz.

jueves, 22 de octubre de 2009

Flashbacks I

Cuando llegué a casa no tenía ganas de nada, ni tan siquiera de verme en el espejo, así que mientras me lavaba las manos di un puñetazo a la imagen que se reflejaba. Gran error, rompí el cristal y me hice polvo los nudillos. Aún así pude ver lo suficiente de mí como para distinguir mis ojos hinchados por el llanto. ¡Maldita zorra! ¿Desde cuándo lloro yo por mujeres?

Me lavé la cara y me quité la ropa. Me fui directo a la cama con el orgullo disminuido hasta ser menos que el polvo de los zapatos. Me prometí a mí mismo que se lo haría pagar, de una forma u otra. Cerré los ojos.




De repente, se abrió la puerta del bar y allí apareció una mujer menuda, no llegaría al metro setenta, con el pelo negro que le caía sobre los hombros. El polo y el pantalón vaquero que vestía se abrazaban a ella en cada una de sus curvas, intentando no dejarla escapar. El gesto de su cara revelaba preocupación mientras avanzaba decidida hacia la barra, justo donde yo me encontraba. Preguntó al camarero por el teléfono pues al parecer su móvil se había declarado en huelga. Cuando volvió de hacer la llamada, pidió un zumo de naranja y se sentó a mi lado. Sus ojos estaban llorosos. ¿Le ocurre algo, señorita? Giró su cabecita hacia mí de forma que pude oler su pelo cuando éste cortaba el aire a su alrededor. Casi dejo escapar un suspiro embriagado por el aroma. Clavó en mí sus grandes ojos desafiantes mientras su cara intentaba volverse fría como el hielo y simplemente respondió: "No". En ese momento supe que estaba perdido, pues sentí que el deseo nacía dentro de mí de una forma que hacía ya tiempo que no sentía.

martes, 8 de septiembre de 2009

Esa delgada línea

Cada noche me ahogo en mis pensamientos y me libero en mis sueños. Las fantasías quedan aparte. La vida también.

A veces, no puedo distinguir los deseos de los temores, pues también temo que mis deseos se hagan realidad. Quizá nunca estuve tan cerca como para creer que podría ser, quizá siempre confundí los sueños con las fantasías y por ello me acostumbré a que ninguno de ellos fuera real.

Ahora cada noche vuelvo a temblar cuando lamento haber dejado pasar la oportunidad de ser feliz, simplemente por no creer que eso fuera posible...

jueves, 30 de julio de 2009

La semilla

Era una buena simiente, grande, con muchos nutrientes por tanto, perfecta en cualidades para poder dar lugar a una bonita planta. La pusieron en una maceta y comenzaron a regarla con agua abundante, todos los días, durante muchos días. Esos días pasaban, pero nada surgía de aquella maceta, parecía como si en ella sólo hubiera tierra... y agua. Cuando pasados los meses esos que regaban se dieron por vencidos, en esa misma maceta plantaron una nueva semilla, aunque sin muchas expectativas. Esta vez, la regaban únicamente cuando se acordaban, pero a las pocas semanas de la tierra salió un pequeño tallo que con el tiempo se convertiría en una magnífica planta.

La primera semilla nunca llegó a germinar, se pudrió. No obstante, tuvo su función, pues sus nutrientes hicieron fuerte al pequeño tallo, nacido de la segunda, cuando comenzaba a desarrollarse, contribuyendo entre ambas simientes a la nueva planta que crecería con suficientes atenciones, pero sin excesos.

domingo, 19 de julio de 2009

Espejo

Me veo en la mirada de quienes me rodean, por eso necesito a gente alrededor. Tengo miedo a estar sola, porque entonces dejo de existir.

Cuando me encontraste estaba perdida, asustada. Me había asomado a muchas ventanas, a muchos espejos, pero nunca me había detenido a mirarme en ti. Tú me viste como nadie antes lo había hecho, me descubriste facetas de mí misma que yo no conocía, me diste fuerza vital.

Hoy sigo adelante con todo, aunque tú ya no estés. Recuerdo esa imagen y esa fortaleza y, pese a echarte de menos, sé que sigues en mí.

jueves, 2 de julio de 2009

La rana

La princesa besó a la rana, esperando que ésta se convirtiera en príncipe, pero no lo hizo. Como la rana le hacía gracia de cualquier forma, decidió que quizá sería una buena mascota, así que la llevó a palacio escondida entre sus faldas.

Durante varios días la princesa jugó con la rana y se divirtió mucho. No se había equivocado: era una gran mascota. Sin embargo, el rey se enteró de que había una rana en el castillo y decidió que semejante animal no era digno de vivir en tal morada, por lo que rápidamente ordenó a su hija deshacerse de él.

La princesa trató de hacerlo, salió varios días de excursión hacia el lago, pero cuando intentaba devolver la rana al agua, la pena le invadía y se veía incapaz. No podía imaginarse sus días sin jugar con aquella rana con quien tan buenos recuerdos había construido. Volvía uno y otro día a palacio con la rana, con la consiguiente regañina del rey que hacía que lágrimas amargas le rodaran por las mejillas.

El día que por fin fue capaz de echar la rana al lago entre llantos, volvió al castillo con el alma rota. Pero una sorpresa le aguardaba: la rana también había disfrutado de tantos días con la princesa y, pese a que, según dicen, los animales carecen de voluntad, la rana volvió al castillo por sus propios medios para estar con ella, y así se ganó también el respeto del rey, quien le permitió quedarse. Nunca más volvió a ver triste a su hija.

viernes, 26 de junio de 2009

¿Solución?

No sé cómo solucionarlo. Siento que la he jodido pero bien, se ha roto y no puedo hacer nada.

¿Fue culpa mía? Asumo mi parte de culpa, porque siempre hay una parte. Hasta cuando no se actúa hay una parte de culpa, aunque sea por negligencia. Es muy cómodo echar la culpa a otro y es muy fácil sentirse culpable, así que ajustemos: asumo mi parte, ni más ni menos.

Pero también me hago cargo de que es imposible hacer un puente si no hay dos anclajes. Puedo echar la malla una vez tras otra, que si no tiene donde enganchar caerá tantas veces como la tire.

¿Qué puedo hacer? Quizá debiera asumir también que no puedo hacer nada: cuando un jarrón se rompe en diez trozos puede intentar pegarse, pero cuando se rompe en mil pedazos cualquier esfuerzo es inútil, sobre todo si además hay alguien por allí que da patadas a esos trozos para que se dispersen.

martes, 23 de junio de 2009

El perdón

Estás aquí, has venido a verme. Te veo, me miras. Te observo de arriba a abajo perpleja:

—Pasa, pasa.
—Perdóname.

Cierro la puerta y callo mientras te sigo mirando, aún sin creer lo que hay ante mis ojos. Entonces te acercas y me besas, y te devuelvo el beso, pues me rendí en cuanto te vi.

viernes, 19 de junio de 2009

Crónica de una infeliz

A los 2 años, su madre le decía que sólo le daba disgustos.
A los 4 años, su profesora le dijo que era una vaga.
A los 10 años, su madre le dijo que era inconstante e indisciplinada.
A los 12 años, su padre le repetía que era una burra.
A los 15 años, en el instituto le dijeron monstruo.
A los 18 años, su novio le pegó una bofetada.
A los 21 años, sus compañeros la señalaban y se reían de ella y su aspecto.
A los 24 años, su madre le llamó puta.

A los 25 años, el peso sobre su espalda era insoportable, escupía al espejo cada vez que se veía y se sentía incapaz de hacer nada. Había dado vueltas al suicidio en su cabeza muchas veces, pero todo le parecía demasiado simple, quería irse de forma que se la recordara por haber logrado algo.

En su pensamiento aparecía su madre al encontrarla, pero el shock pasaría demasiado pronto. Su padre reaccionaría como siempre, llegaría a casa y se pondría a gritar y amenazar a su madre, nada extraordinario. Sus llamados amigos no eran más que chinches que le chupaban la sangre, así que tras la breve sorpresa y estupefacción pasarían a la siguiente víctima. Y la lista de perdedores a la que llamaba ex simplemente lo comentarían 2 minutos y seguirían emborrachándose o colocándose, que era lo que solían hacer todo el día.

Pensaba y pensaba. No quería sufrir demasiado, pero quería dejar boquiabierto a todo el mundo, que pensaran en ella, dejar algo por lo que sería recordada, algo de lo que no la consideraran capaz, algo extraordinario y digno de alguien con arrojo y aplomo, alguien que mereciera ser admirado.

Tras varios días de pensamientos reiterativos al fin creyó dar con la solución. Hizo unas cuantas llamadas y citó a todos en casa de Lucas, su novio, un mierdecilla que la dejaba en ridículo delante de todos a la mínima ocasión. Una tardía fiesta de cumpleaños era la excusa. Acudió todo al que había citado: sus amigos, sus ex y sus compañeros de trabajo. Había estado toda la tarde preparándolo: había música, tarta, café y alcohol. Repartió la tarta, sirvió los cafés y las copas y puso la música a todo trapo. Bailaron todos, ella la que más, y bien entrada la noche el cansancio hizo mella entre los invitados de forma que todos acabaron amodorrados en el sofá y los sillones. Recogió sus cosas y se fue a su casa. Sus padres ya se habían acostado, así que, a oscuras, cogió una cerveza de la nevera y se la bebió casi sin respirar.

A la mañana siguiente, su padre desayunaba y su madre planchaba la ropa que él iba a ponerse, y entonces reparó en un sobre cerrado que había sobre la mesa:

—¿Qué es esto? ¿Es tuyo?
—No— dijo, casi sin levantar la vista.

Lo abrió:

"Queridos papá y mamá:

Por fin he hecho algo de lo que podéis sentiros orgullosos, seguro que hasta salgo en las noticias (dad una foto buena). Ayer celebré el cumpleaños y les he dado a todos los hijos de puta de mi vida su merecido. Era verdad, teníais razón, no me convenían esas compañías, debí darme cuenta. Tampoco me convenáis vosotros, a decir verdad.

Recordadme por esto y por compadeceros.

Hasta nunca".

Soltó el papel y fue corriendo al cuarto: Marisa yacía muerta en la cama con una jeringa en la mano.

jueves, 18 de junio de 2009

Coincidencia

Dibujé tu nombre dentro de un corazón. Quería dibujar tu cara, pero me faltaba destreza y voluntad. Viniste en forma de viento y, como el dibujo era de arena, te llevaste mi corazón con tu nombre, lo borraste como si nada...

¿No soy digna de ti? ¿No eres digno de mí? Qué sabrán ellos, qué sabrás tú, qué sabré yo.

Piensa por un momento en vez de ser el ímpetu que acompaña tus soplidos, déjate llevar igual que me dejo yo. Vayamos a volar y, entonces, tal vez volvamos a coincidir en este mundo, tan grande, tan pequeño.

sábado, 13 de junio de 2009

Lo que se deja atrás

Miraba por la ventanilla con una mezcla de curiosidad y miedo, o quizá fuera incertidumbre. Todo era nuevo pero extrañamente cercano. En su corazón se agolpaban la emoción, la ilusión..., y el alivio, al tiempo que la melancolía por lo que dejaba atrás.

Atrás quedaba su antigua vida, el estrés, los gritos, el sometimiento a un control obsesivo. Sin embargo, también todas las vivencias hasta la fecha, lo que le hacía ser como era. La mezcla de esos sentimientos le daba ganas de reír y llorar a un tiempo. Eran recuerdos horribles, pero también felices, aunque para irse habían pesado más los primeros en aquel momento de su vida. Eso, y la promesa de empezar de nuevo (eso quería creer), o casi.

Se daba cuenta de que la felicidad no era completa porque en aquella ciudad había dejado parte de su ser, de su identidad, de la persona que era, y esa parte siempre quedaría allí, reclamando, como un imán, que volviera. Le quedaba sin duda la sensación de que volvería, aunque no podía saber cuándo y, en ese instante, volver no le hacía especial ilusión precisamente.

No podemos renunciar a quienes somos.

lunes, 8 de junio de 2009

Tabla

Echa una tabla al mar, para que pueda agarrarme a ella. Llevo mucho tiempo nadando y estoy entumecida. Siento como el cuerpo me pesa cada vez más y no puedo evitar hundirme...

Luto

Cada mañana, despierto esperando que todo haya sido un sueño, pero tras lavarme la cara y verme en el espejo, recupero la cordura y sé que no es así.

Evito abrir el cajón donde guardo las cartas que devotamente me escribías cada día, pues sé que si las leyera o las viera siquiera, no podría contener las lágrimas.

Guardé todas tus fotos, quité todos los marcos, pues verte sólo me trae recuerdos y me hace sufrir.

Aún estoy de luto. No es literal, ya lo sabes, pero sí es la pena de mi alma al saber lo mucho que tendré que esperar para, con suerte, poder volver a verte.

Si me hubieras hecho caso, si tan sólo te hubieras vuelto, habrías evitado todo ésto, por ti pero también por mí. Sólo espero que tú no estés sufriendo demasiado, pues sé que estar sin mí te perturba y posiblemente te castigues pensando en lo que pasó. No quiero eso, quiero que estés tranquilo y todo pase para ti lo antes posible.

Si tan sólo esta vez me hubieras hecho caso, si hubieras atendido a mi grito de advertencia y terror, no habría tenido lugar el accidente que te costó la vida...

viernes, 5 de junio de 2009

En la carretera

Solos la carretera, mis pensamientos y yo. Tengo todo el día por delante y un largo camino por recorrer. Pongo la música a tope. Mientras canto a voz en grito, da igual si desafino, pienso en las letras de las canciones que escucho y si es casualidad que siempre haya un fragmento que tenga que ver conmigo.

Miro dentro de los coches que voy adelantando y que me van adelantando, y me pregunto cuál será la historia de sus ocupantes, a dónde van, por qué están viajando hoy, de dónde son,... Observo el paisaje alrededor, que ya amarillea por la sequedad de la estación que se avecina, y eso que esta primavera ha sido bastante lluviosa: los campos de cultivo, los árboles, las montañas, los matorrales y arbustos,... Reparo en los pueblos que voy dejando atrás y me pregunto cómo sería vivir en uno de ellos, en un pequeño pueblo próximo a la autovía donde alrededor sólo hay campos de cultivo, unos cuantos matojos y rodales de árboles aislados. Qué distinto de vivir en una gran ciudad. Imagino cómo alguien pasaría allí su infancia, creciendo asilvestrado y libre; su adolescencia, con todo el pueblo conociendo cada paso que da en el momento en que lo está dando, y su edad adulta, cuando probablemente tomaría la decisión de salir de allí para barajar otras alternativas. O tal vez no, tal vez pasase su jornada con el tractor en las tierras familiares.

Y sigo cantando a grito pelado mientras hace ya tiempo que pasé ese pueblo, y sigo concentrada en la carretera y los conductores que me encuentro, y sigo deteniéndome en cualquier pensamiento que quiere pasar fugaz por mi cabeza. Y durante el tiempo que dura mi viaje siento menos peso sobre mis hombros, siento alivio.

martes, 2 de junio de 2009

Pedazos de mí

Voy dejando pedacitos de mi alma por las esquinas, voy regalando gajos de mí, partes que ya no están conmigo. Y por eso duele. Es la querencia que tiene cada trozo por volver conmigo, como si mi corazón fuera un imán que les llamara, pero sin embargo no pueden, pues siguen atados a donde yo los dejé.

Si te regalé un pedazo de mí, por favor, cuídalo, pues será tuyo para siempre, y a cambio yo guardo algo de ti en mis cajones del recuerdo.

Cada vivencia, cada memoria archivada es un trocito de mí que dejé en alguna parte.

Voy dejando pedacitos de mi alma...

lunes, 1 de junio de 2009

Tengo envidia

Veo escenas de amor alrededor y tengo celos. No me importa el amor que haya detrás de esas escenas, me importa la ternura, la pasión, el aprecio que comparten durante ellas sus protagonistas. Es la envidia.

Pocas cosas, o mejor dicho, niguna otra cosa hay en este mundo capaz de hacer sentir así. Así de bien, así de a gusto. No es sólo la relajación, el abandonarse a uno mismo, el ser capaz de otorgar placer y de recibirlo, el saber que el otro está sólo pendiente de ti en ese momento,... Es el subidón que te inunda, el sentir que no existe nada más en el mundo, la sensación de plenitud, la felicidad de un instante, es casi como volver a nacer.

Sí, tengo envidia por no poder disfrutar de momentos así cada día, lo echo de menos.

jueves, 28 de mayo de 2009

Abstracción de uno mismo

¿Qué me pasa, doctor? Últimamente noto que no pertenezco a este cuerpo, noto que floto por encima de él, y tengo vértigo. Verás, -¿puedo tutearte?-, es como en esos sueños en que, de repente, puedo volar como si nadara por el aire, y voy rápida, muy rápida...

Pues esto es igual: durante el día, por ejemplo, teniendo una conversación con alguien, salgo de mi cuerpo y me veo desde el aire, veo las coronillas. No quiero decir que pueda hacerlo a voluntad, simplemente sucede. Luego, por la noche, a veces estoy soñando y a la vez me veo a mí misma durmiendo.

Espero que no sea grave... Hey, ahora mismo me está pasando, espera, mira, ¡¡¡te veo por detrás, la nuca!!!

miércoles, 27 de mayo de 2009

Quiérete

Ella se sorprendió porque alguien pudiera volcarse así y pensó que no duraría. Efectivamente, no sé equivocaba. Sin embargo, él no fue el único que le prestó atención, aunque todas las demás veces ella no dejaba de sorprenderse, una y otra vez.

Cuando uno asume un lugar en el mundo, es muy difícil darse cuenta que quizá ese no es su sitio natural, sino que es otro muy diferente.

Una amiga le decía: no te sorprendas de que te quieran, y empieza a quererte tú.

lunes, 25 de mayo de 2009

Despierto

En mi sueño cuando me preguntas contesto. En mi sueño soy capaz de iniciar yo la conversación. En mi sueño no tiemblo de miedo al verte acercarte. En mi sueño soy capaz de convencerte para que no te vayas.

Habla conmigo un minuto, verás que no soy tan mala. Mi cabeza está llena de pájaros, sí, pero no te sacarán los ojos. Baila conmigo y recrea ese momento que los dos soñamos. Nunca antes te imaginé tan cerca. Observas cómo me muevo y algo de nuevo despierta en ti. En mí hace tiempo que está despierto...

Ahora sólo falta aquí tu sueño. Dime de qué trata, no te puedo seguir si no me das una pista. Dame una oportunidad y deja que otra vez nos deseemos.

Mírame

Mírame. Repara en este cuerpo que tantas veces desdeñaste. Ríndete al deseo que ahora te consume. Querrías cogerme como tantas otras veces hiciste; porque yo quería, siempre quise.

Mírame. Ahora recuerdas la pasión acelerada con que me tomabas y yo te correspondía. Una revolución de caricias, una explosión de jadeos. La violencia de los movimientos quedaba clara al oirse nuestras respiraciones precipitadas.

Mírame. Soy la misma persona, y sin embargo, soy distinta. Renazco ahora como una flor en primavera, me reinvento, me dejo llevar, aunque no dejo de sufrir.

Mírame. Ahora recuerdas aquel jarrón en el salón al que no prestabas atención por cotidiano. Ahora recuerdas que te gustaba, ahora recuerdas para qué servía. Ahora ya se rompió y es demasiado tarde para unir los pedazos.

Mírame. Pero ya se pasó el tiempo de hacer nada más. El tren pasó mil veces por tu estación pero no quisiste cogerlo. Ahora cambió el recorrido por falta de viajeros.

Y si un día mirándome, recuerdas cómo follábamos los dos, cómo el hambre de uno por el otro hacía que nos estorbáramos, cómo la compenetración se transformaba en placer, cómo me excitaba verte disfrutar y a ti verme disfrutar a mí, una vez, y otra más, y otra, y otra... Recuerda también que ya no estoy. Analiza tu dolor y pregúntate por el mío.

Yo me miro, y veo a una mujer dispuesta a cambiar su vida, a disfrutar, a mejorar. Porque esto no es odio ni es vengaza, es simplemente la autoafirmación de la que una vez estuvo supeditada.

Cuenta nueva...